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ISMN
Ref.
Se trata de una obra con una plantilla instrumental poco habitual, pero que guarda paralelismos con otras obras de la época.
Los primeros compases recuerdan a los momentos más oscuros de las obras de Wagner o Liszt, llevando al oyente hacia el mundo tempestuoso de estos dos grandes genios de la música del siglo XIX. Abundan las notas graves, las armonías oscuras y los cromatismos.
A partir del compás 17 se vislumbra la esperanza, la luminosidad, gracias a las armonías serenas y alegres, con ritmos sincopados, notas ligadas y suspensiones en los violines y violas. Desde el compás 40, los instrumentos de cuerda van alternando una célula rítmica consistente en una corchea con punto, semicorchea y blanca. La pieza se vuelve cada vez más luminosa hasta llegar a su clímax en los compases 75 y 79.
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