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Nos encontramos frente a una obra programática, inspirada en un poema de Gaspar Núñez de Arce, político y literato castellano. Poema sinfónico de una duración aproximada de 25 minutos, esta pieza tiene momentos de un gran dramatismo, con cromatismos plañidero en las cuerdas y con fuertes contrastes tímbricos de las secciones de viento, metal y cuerda. Otras secciones, en cambio, constan de un lirismo sutil transmitido por las dos arpas, los pianissimos de las cuerdas y los solos de las distintas maderas, con pequeños motivos que, al desarrollarse, acaban conduciendo a clímax orquestales donde las cuerdas vuelven a ser las protagonistas.
Debido a la extensión del poema, en esta edición hemos optado por no incluir su transcripción. En caso de querer consultarlo, la Biblioteca Nacional de Cataluña dispone de una copia incluida dentro del Fondo Manuel Burgès, con la referencia M2363_2_A.
De su importancia, hablan las crónicas de la época, que nos dicen que la obra fue interpretada en las principales capitales musicales europeas, con gran acogida por parte del público y la crítica. Tenemos constancia de que esta obra fue interpretada por tercera vez el 28 de octubre de 1898 en el Ateneo del Eixample, en la Avenida de Les Corts. En esta ocasión, el socio de la Sociedad Barcelonesa de Conciertos Emili Garriga se encargó de recitar el texto del poema previamente en el concierto.
La obra comienza con una breve introducción que volverá a repetirse cuando falten unos pocos compases para el final. El compás inicial es de 3/2, el cual irá variando en determinados momentos, pasando a ser de 6/4, 2/2 y otros. La introducción, Re mayor, dará paso a un tema que se irá repitiendo varias veces a lo largo de la pieza, a menudo después de unos compases de tranquilidad y volumen suave. Este tema del que hablamos tiene reminiscencias de la música de circo, con ciertos toques humorísticos. Las cuerdas tendrán momentos dramáticos, con registros muy agudos y velocidades elevadas, que darán lugar a varios momentos de tensión orquestal, como en los compases 245 y 471. Desde este último compás hasta el número 502, la armonía fluctúa entre varias modulaciones de pequeña extensión. Es remarcable también la presencia de algunas agrupaciones rítmicas características de la obra, entre las que destaca la formada por un terceto de blancas en la segunda parte de un compás de 4 tiempos, seguido de tres notas blancas al principio del siguiente compás. A partir del compás 522, un ostinato de fagots y metales nos llevará hacia el final de la obra.
En otros momentos de la obra el clima es más bien suave, contemplativo y de gran belleza, especialmente entre los compases 345 y 401, donde las maderas, las arpas y el sonido dulce de las cuerdas nos prepara para el final de la obra, en el que, tras otro clímax orquestal, la tensión se disipa con unos pizzicati de las cuerdas.





















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