Simfonia núm. 4 «Sacra» (Sinfonía n.º 4)

La Simfonia núm. 4 “Sacra” tuvo una gestación compleja. Empecé en 2002 a partir de la orquestación de mi Requiem Trio para violín, violonchelo y piano que tiene cuatro movimientos: Dies Irae, Tuba mirum, Lacrimosa y Lux aeterna. El mismo año compuse los movimientos Requiem aeternam y Libera me. No estaba muy convencido del trabajo y lo dejé descansar unos años.

En 2015 hice una primera revisión alargando el segundo movimiento y añadiendo, para dar un mayor contraste dinámico, el Poenas inferni.

Finalmente, en enero de 2019 realicé la revisión, espero que definitiva, de la sinfonía, modificando detalles de orquestación y ampliando algunos espacios. De esta manera, la obra supera los 40 minutos y es, hasta hoy, la sinfonía más larga que he escrito.

Basada en títulos extraídos del texto litúrgico del Requiem, esta es una obra marcada por la profundidad de expresión y de contrastes muy evidentes.

Los movimientos 1, 3, 4, 6, y 7 son lentos y de una profunda expresividad, mientras que los movimientos 2 y 5 son rápidos y más bien agresivos.

El Requiem aeternam se abre con una misteriosa introducción seguida de dos temas principales. El primero es presentado por toda la orquesta y el segundo por un largo solo de trompa. De carácter solemne, tiene un componente enigmático de una remarcable intensidad expresiva.

El Dies irae, como indica su título, plasma la rabia del día de la muerte a ritmo imparable. Un segundo tema más lírico y expansivo adquiere un largo desarrollo consiguiendo puntos culminantes de gran intensidad sonora.

Tuba mirum es un espacio breve, misterioso y reflexivo con buenas intervenciones solísticas de los instrumentos de la madera. Dos mundos son contrastados: El poder dramático sobrenatural contra el espíritu de lucha débil y desigual del individuo.

Lacrimosa es el lamento desolado por la pérdida de un ser querido. Un movimiento muy concentrado de crecimiento sonoro que culmina en un punto álgido y se hunde poco a poco en un pesimismo absoluto.

Poenas inferni expresa el miedo por el infierno representado por juegos tímbricos extravagantes y una sección central con un grotesco solo de trombón demoníaco bajo un ritmo de vals inestable.

Lux aeterna es la luz tenue y lejana de la esperanza. Un breve espacio para volar en un mundo frío de fantasía etérea. Los harmónicos de la cuerda y el registro agudo del piano junto con los instrumentos de percusión de láminas, provocan este ambiente.

Libera me es el final deseado por toda la humanidad: Vivir en mundo pleno, justo y bonito para gozar toda la eternidad al lado de todos los seres queridos. La liberación del mal y la plenitud de la vida eterna. Un coro de voces invisibles (opcional) ayudan a visualizar este mundo idealizado con contrastes sonoros absolutamente placenteros.

Salvador Brotons