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ISMN
Referencia
Escrita en un único movimiento, Alborada se aparta del concepto tradicional de concierto solístico en favor de una nueva propuesta en la que se prioriza el equilibrio de participación del piano y de las cuerdas, compartiendo el mismo protagonismo. La dialéctica musical nace no de la confrontación tradicional del solista y de la orquesta, sino del complemento del uno y el otro. Esta participación, sin embargo, va presentando diversas opciones a lo largo de la obra, dando lugar a una gran variedad de procedimientos compositivos para el desarrollo del material musical. El complemento del que hablaba viene dado, sobretodo, desde el punto de vista tímbrico: mientras la cuerda aporta la calidez y plenitud de su sonoridad de trazos gruesos, el piano contribuye a definir los perfiles de las líneas melódicas con su timbre brillante, claro y preciso. Esta oposición tímbrica genera la idea que desarrolla la obra: el contraste entre calidez y brillantez, representada por la albada, la línea indefinida que separa la noche, con sus penumbras, y el día, con la claridad de su luz.
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