Tres sonetos de Garcilaso de la Vega, para voz y piano

Cuando era poco más que un adolescente, leí y releí la poesía de Garcilaso de la Vega, entre otros autores renacentistas. Los tópicos poéticos de aquella época lejana en que Europa redescubría su pasado grecorromano tienen una fuerza y ​​capacidad de sugestión tan grandes que han llegado hasta nuestra época intactos y capaces de transformar los sentimientos de cada una de las generaciones que redescubre el carpe diem, el tempus fugit y otros temas omnipresentes en Garcilaso y otros poetas de la época.

Los sonetos siempre constan de catorce versos, y, en el caso de Garcilaso, suelen ser de once sílabas, lo que provoca que la composición deba ser relativamente larga para poder albergar todo el texto. Este hecho me ha provocado una necesidad de intentar variar la música de tal modo que, sin repetir el texto para no perder el ritmo natural de la pequeña narración propia del soneto, las ideas y frases musicales pudieran, a su vez, imitar este devenir narrativo y contar una pequeña historia también con la música.

El resultado son tres composiciones para voz y piano en que intento que el acompañamiento se disocie de la melodía, pero, a la vez, la envuelva y le dé un sentido más amplio. Hay fragmentos de estas canciones en las que el poeta se desespera, y yo, como compositor, no puedo sino desesperarme con él y subrayarlo con mi aportación musical.

Probablemente, Garcilaso de la Vega es un poeta tan grande que no necesita que nadie ponga música a sus versos, pero yo soy un compositor tan pequeño que necesito de sus versos para poder crear música que valga la pena escuchar y tocar.