Quartet de corda (Cuarteto de cuerda)

La obra que presentamos es una excepción en la tónica de su catálogo, pues se trata de una obra de cámara con influencias del clasicismo tardío vienés.

Este cuarteto de cuerda consta de cuatro movimientos, en alguno de los cuales la escritura del primer violín es, por momentos, de gran exigencia.

El primer movimiento, Allegro Giusto, escrito en Si bemol mayor, consta de una pequeña introducción en la que una célula rítmica repetida entre los diferentes instrumentos nos lleva, al compás 8, a la primera sección de escritura virtuosística del primer violín. A partir del compás 44, los otros instrumentos imitan por momentos el motivo del primer violín, y otros sólo le acompañan, con el violonchelo y la viola respondiendo con notas largas precedidas de una ornamentación característica. A partir del compás 85 se producirá la reexposición del tema principal, ahora en modalidad menor. Los compases finales verán cómo el violonchelo toma un protagonismo que sólo había alcanzado de forma pasajera hasta entonces.

El segundo movimiento, Andante, escrito en Fa mayor, nos presenta un tema sencillo que será retomado a partir del compás 8 una octava más agudo. Le seguirá una sección en la tonalita de Re menor, con frecuentes cromatismos en el primer violín. Después del compás 42, un acorde disminuido en primera inversión y tocado en fortísimo nos llevará a la tonalidad de La mayor.

El tercer movimiento, Minuetto y Trío, en Re mayor, consta de una breve imitación entre los violines y la viola. A continuación, una sección con un obstinado de cuatro notas da paso al Trío. A partir del compás 56, encontramos el que probablemente sea el fragmento más bello del cuarteto, con reminiscencias de compositores como Beethoven o Schubert. Como contraste, entre los compases 116 y 120 abundan las atrevidas disonancias y casi totalmente emancipadas de la armonía implícita.

El cuarto movimiento, Rondó, nos presenta un primer fragmento en Sol menor, el cual modula para ofrecernos, a partir del compás 67, un fragmento en la luminosa tonalidad de Re bemol mayor, a la que sigue la reexposición del motivo en Si bemol menor a partir del compás 136. El Rondó concluye en la tonalidad original de Si bemol mayor.

Francesc Forns Sabater (Barcelona, ​​1824 – 1910) fue violinista de la orquesta del Gran Teatro del Liceo y de la capilla de música de la Catedral de Barcelona. Varias fuentes le citan como primer violín del Liceu y maestro de capilla en la catedral, lo que denotaría su calidad como violinista y compositor, si bien no podemos confirmarlo de forma rotunda.

Sí sabemos a ciencia cierta que fue profesor de solfeo en el conservatorio del Liceu, y que una de sus obras corales llamada “Las huestes de Pelayo” obtuvo el primer accésit en un certamen promovido por Clavé en 1863. Dicha obra, sin embargo, no ha podido ser localizada en el fondo documental que se encuentra en la Biblioteca de Catalunya, donde descansan la mayoría de sus obras.

En su producción destacan las obras religiosas, especialmente las misas con acompañamiento orquestal, así como fragmentos de misas y otros tipos de obras con texto religioso. También figuran dos sinfonías en un solo movimiento con reminiscencias wagnerianas y una obertura en el mismo estilo.

Por lo que hemos podido deducir a partir de las anotaciones en diversas obras suyas, las misas que compuso se interpretaron varias veces en vida del compositor, en momentos señalados de la vida eclesiástica de la ciudad. Por citar un ejemplo, la Misa de Réquiem más extensa que compuso, escrita en 1866, se volvió a interpretar, al menos, dos veces más, la última ya en 1901, en el funeral del obispo de Barcelona Josep Morgades.